La disculpa

Ramón Trasmonte Montesinos
En el otoño de 1982 un fraile octogenario, retirado en una apartada residencia en las montañas de Guipúzcoa, recibe la visita de un miembro de su misma Orden, recién nombrado para un alto cargo eclesiástico. Entre los expedientes que ha heredado al acceder a su nueva responsabilidad, descubre uno sin resolver que le intriga. Se trata de la desaparición en la cuenca del río Amazonas, hacía ya 15 años, de un misionero de nombre Zenón, antiguo alumno del colegio donde el anciano fraile al que visita fue su tutor 42 años atrás. En el transcurso del día y medio que permanecen juntos, salen a la luz sucesos que se remontan desde el primer año de la posguerra hasta los años inmediatos al post franquismo, entre ellos un hecho sobrenatural, debido, al parecer, a una complicidad entre un chamán amazónico, alguien capaz de entrar en el mundo del más allá para invocar y comunicarse con los espíritus de la selva, y San Martín de Porres, un santo humilde y juguetón, primer santo negro de la Iglesia, con raíces paternas en el lugar donde el misterio se culmina. El suceso une lugares tan alejados entre sí como el río Ucallaly en Perú, el valle del río Engaña, en la Merindad de Valdeporres, al norte de Burgos, las montañas vascas del Goierri y, circunstancialmente, la costa onubense de Doñana. Todo ello con origen en un grave maltrato a los padres de Zenón, sumado a una humillación a él mismo en su niñez en el patio del colegio, y a una disculpa anhelada, nunca ofrecida por el provocador.
¿Se puede restituir o compensar una humillación? ¿Se puede perdonar?
«Si te humillan una vez y lo dejas pasar -le dice el fraile octogenario con escepticismo a su reticente visitante- estás legitimando a su autor para lo que ha hecho y para repetirlo», poniendo en entredicho las reglas de la Iglesia y mostrando en su vejez sus dudas de cómo escuchar y contestar a su propia alma.