José Manuel López Moncó
Nació en Madrid cuando más de la mitad del siglo pasado ya había transcurrido. Siendo muy pequeño, poco más de un niño, el vivir rodeado de libros, el olor y la presencia de estos en las altas estanterías de la casa donde habitaba, le marcó la vida forjando, ya por entonces, el deseo de traspasar al papel toda historia que bullera por su cabeza intentando acomodar la firme afición por la literatura que había tomado cuerpo en él. Así, con algo más de veinte años y al tiempo que los primeros soplos de libertad se imponían a la anterior dictadura, junto a dos socios abrió una librería con espíritu de lugar de encuentro y de escaparate para artistas desconocidos. Poco duró esa aventura de más gratos recuerdos que beneficios. Solamente la edición de un libro de poesía compartido con otros seis autores (Kabilaciones) ha quedado como señal indeleble de ese periodo. Después un larguísimo silencio, un agujero por el que casi se sumió su temprana vocación, la pasión por escribir regresó a él con renovadas fuerzas y dejó de ser algo siempre aplazado en aras de una absorbente profesión a la que dedicó más de 35 años. En 2014 publicó "Obra Incompleta" conteniendo dos relatos y una novela corta titulada "Bailarina de alquiler". En octubre de 2015 se atrevió con otro libro compendio de treinta y cinco relatos cortos: En pocas palabras, relatos breves de terror, erotismo, policiaco, ciencia-ficción, fantasía o realismo; historias imaginarias creadas desde la objetividad más cercana y tangible, desde la más engañosa de las verdades según sus propias palabras. Ahora lanza Fakir de Canciones, un conjunto de cuentos cuyo sustrato común es la música con la ilusión de llegar a una mayoría de lectores. Pero no acaba aquí su producción literaria, en los siguientes meses tiene ya ultimado otro libro: Mitin Natural, una modesta antología poética. Como lector, no se decanta por ninguna tendencia o género, todo aquello capaz de hacerle pasar un buen rato, le gusta. Así mismo, las películas y el especial lenguaje cinematográfico, mezcla de texto, imagen y sonido le apasiona e intenta trasvasarlo hasta sus relatos. La música, como no podía ser de otra forma, es algo más que una simple afición, es el aire que le permite respirar y vivir cada día como nos relata en la introducción a Fakir de Canciones. Gustoso esclavo de sus muchas pasiones, la de ser un buen escritor prevalece sobre otras sintiéndose tanto agradecido como en deuda con todos sus lectores que, en definitiva, son los únicos capaces de decidir sobre si será merecedor de ese ansiado título.