Uno de los pasos previos de la publicación de nuestro libro es la corrección de éste, donde buscaremos depurar el texto en busca de barbaridades ortográficas y gazapos de estilo, los cuales son la kryptonita de cualquier publicación.
La opción más fiable siempre será recurrir a un profesional. Esta persona, mano a mano con el autor, será el responsable de trabajar con nuestro texto y buscar los errores para que el escritor no se confíe demasiado en su calidad de escritura y deje la revisión en un segundo plano. Pero, si antes de este paso te gustaría ser tú mismo quien revisara el libro, aquí tienes 12 consejos para que dejes tu obra a punto de publicación.
Pasos previos
Tras terminar de escribir tu libro, lo mejor que puedes hacer es el paso previo a la corrección: darle aire. Date un tiempo donde tu mente desconecte de la obra, así cuando la retomes un poco más tarde tu mente estará tranquila y liberada, permitiéndote ver con claridad los errores que podrías haber pasado por alto en una primera escritura. Este paso se asemejará a aquello de “no tomar decisiones en caliente”. Es una de las máximas de la escritura, es tan importante la primera lectura del texto como la última. Tomar distancia es fundamental para lograr una obra perfecta. Deja que pase un tiempo de entre unos días y unas semanas para que tu propia creación pueda volver a sorprenderte.
Simplificar el texto
Ya le has dado aire a tu libro, estás preparado para volver a sentarte frente al texto. Es hora de que simplifiques y hagas tu obra accesible a todos los públicos. Al querer intentar alargar el texto o insertar palabras complejas pensando en que quedará más profesional, se puede estropear un buen trabajo. Aquí es importante tener en mente varias ideas como, por ejemplo, que el orden lógico de una oración siempre es un acierto. Ante la duda, sigue un orden sencillo (sujeto + verbo + predicado). No te excedas con las palabras, a veces menos es más y una obra cargada de adverbios o adjetivos innecesarios hará que sea un libro pesado y redundante.
El uso de la negrita
El uso clave de este recurso es el de diferenciar varias partes de la obra como títulos o capítulos. También se puede usar para destacar alguna palabra, pero este no es un recurso habitual así que evita abusar de éste. Los profesionales recomiendan utilizar este formato con moderación, puesto que está demostrado que puede causar fatiga visual. Ante la duda, es recomendable consultar con expertos en la materia.
El uso de la cursiva
La cursiva es ese recurso que nos permite indicar qué palabras adoptan un sentido especial en un texto. Hay que prestar especial atención a que no estén combinadas con el uso de comillas, por ejemplo, en la misma palabra.
Lo más habitual es usarlas para dar énfasis o incluir un uso inhabitual en alguna palabra. También para la inclusión de extranjerismos o apodos.
Una vez más, especial cuidado para no abusar de este recurso de manera innecesaria. No todas las palabras que nos parezan susceptibles de estar en cursiva pueden llevar este estilo. De igual forma, será necesario consultarlo con profesionales.
Las tildes
Son, sin duda, el mayor quebradero de cabeza de muchos autores. Cuando parece que las dominamos, aparece alguna palabra que nos pone automáticamente en alerta. Consiste en una de las faltas de ortografía más graves.
En este apartado especial mención a los acentos diacríticos. Este es el que ayuda a distinguir la entonación de las palabras, especialmente en los monosílabos (tu/tú).
Las tildes son una parte esencial en la corrección de cualquier libro ya que son las que denotarán la calidad del texto. Nadie leería jamás una obra donde se repiten estas faltas constantemente. Es importante estar al día con las normas que la RAE actualiza cada cierto tiempo, para evitar que nuestra obra parezca desfasada dado el uso de normas anteriores o en desuso.
Signos de puntuación
El puntuar un escrito de manera adecuada será la clave para que el texto tenga sentido y calidad.
No se debe abusar de estos recursos ni omitirlos de manera excesiva. Un mal uso puede desconcentrar al lector y hacer que pierda interés en seguir leyendo. La idea es mantener un balance entre la coma, el punto, las exclamaciones y el punto y coma que permita un óptimo entendimiento de la obra. El corrector se encargará de asegurarse que el texto sea legible y que su comprensión sea correcta, sin dejar lugar a dudas. Por ejemplo, no es lo mismo: "María es muy guapa" a "María, es muy guapa".
Uno de los errores más repetidos es la denominada “coma criminal” (colocada entre sujeto y predicado) y que se encuentra posicionada de manera errónea una y otra vez frecuentemente en los textos. Para verlo claro, el mal uso de esta coma sería así: "Pablo, fue a comer a la universidad" en vez de "Pablo fue a comer a la universidad".
El uso de conectores
Lo primero es tener claro la función de los correctores. Estos unen palabras, frases, enunciados y sintagmas dentro del párrafo y establecen relaciones semánticas entre distintos párrafos.
Son muy numerosos y pueden ser de muy distintos tipos (de adición, de tiempo, de contraste…). Los ejemplos más usados suelen ser algunos como: sin embargo, aunque, después, porque, finalmente, mientras… La lista es infinita.
Su importancia es clave para la cohesión del texto y es crucial que te asegures de que todos se encuentran en el lugar adecuado dentro de este. También debes revisar que no se repitan siempre los mismos tipos de conectores y que no se usen en abuso a lo largo de la obra, lo cual podría dejar clara una falta de profesionalidad en tu obra. Busca nuevas ideas y usa variedad de conectores.
Laísmo, leísmo y loísmo
Los pronombres átonos de tercera persona son los que más sufren a la hora de escribir una obra en pleno momento de inspiración. La clave reside en identificar la función del pronombre para entender la diferencia entre estos tres usos. Un truco es tener en mente que el pronombre la jamás se usa como complemento indirecto. Por otro lado, lo se usa para animales y cosas, excepto en su uso femenino.
Tener claro una serie de normas nos ayudará a mantener a raya este tipo de errores que pueden ensuciar nuestra obra. Buscar otros ejemplos en textos de referencia puede ser otra buena opción.
Las muletillas
Todos los autores imprimen en su obra frases, expresiones y palabras que usan de manera natural en su día a día. Es importante que éstas no se encuentren en el texto de forma repetitiva, o incluso que no aparezcan por completo, si su existencia da lugar a una sensación de poca profesionalidad en la obra o quedan fuera del efecto que el autor quiera darle a esta. Es como todo, con balance y coherencia se pueden adaptar al texto sin ningún tipo de problema.
Tipos de comillas y sus usos
Las comillas pueden ser de varios tipos. Encontramos las españolas (<< >>) y se usarán para señalar citas o poner algo de relieve. También podemos ver otros tipos como las inglesas (“ ”) y las simples (‘ ’). Revisa que has hecho un uso correcto de éstas cuando las utilices en conjunto con otros signos de puntuación y asegúrate de que escribes las comillas siempre pegadas a la primera y última palabra que quieras entrecomillar, sin hacer uso de espacios.
La raya del diálogo
Uno de los errores más frecuentes en las obras literarias estás relacionados con los diálogos. Las rayas (—) se utilizan para enmarcar los incisos en un discurso y pueden tener un doble uso, como signo doble o simple.
Su función doble se comporta igual que el resto de signos de este tipo, abriendo y cerrando periodos, por lo que habrá que usar dos rayas. Van separadas por un espacio salvo que sean seguidas por otro signo de puntuación y se pueden usar para encerrar incisos, enmarcar acotaciones o introducir intervenciones. Por otro lado, la función simple da paso a las intervenciones de un diálogo y en este caso, no es necesario usar un signo de cierre. A modo de ejemplo, los iáloos se verían de este modo: —Hola Esther —dijo la chica—. Menos mal que te veo.
Preguntas frecuentes
¿Por qué es tan importante este paso?
Tras pasar tanto tiempo creando una obra, es normal que se encuentren errores de todo tipo a lo largo del texto, ya sea por desconocimiento o por estar demasiado concentrado a la hora de escribir, haciendo que pasemos por alto múltiples detalles. Estos errores pueden dar lugar a la pérdida de valor del libro. Nadie leería una novela con fallos de estilo u ortografía por muy buena trama que haya creado el autor.
¿Por dónde debo empezar?
Si decides corregir tu obra tú mismo, debes tener claro todas las normas de gramática, ortografía y estilo y mantenerte al día con estas que, como ya hemos visto, cambian constantemente por la RAE. Por otro lado, con toda la información en tu cabeza, deberás armarte de valor y releer varias veces tu obra, repasando poco a poco todos los errores que puedas encontrar. No dudes en pedir segundas opiniones que puedan encontrar más fallos que se te hayan pasado.
¿Cuáles son los errores más típicos?
El uso de signos de puntuación, las tildes, los guiones de diálogos y las faltas de cohesión.
¿Qué puede suponer una obra con muchas faltas?
En un primer lugar, que el lector abandone la lectura. también, que no confíen más en sus obras.
¿Debería usar un corrector profesional?
Dada la importancia de este paso a la hora de escribir una novela, plantearse el uso de un corrector profesional debería ser una decisión clara. Nadie mejor que un profesional formado para corregir cada detalle del libro y que puedas despreocuparte de ello, mejorando la calidad de tu obra.
¿Quién puede ofrecerme este servicio?
En Punto Rojo Libros tenemos a vuestra disposición todo lo que necesitéis en vuestro sueño por publicar vuestro libro, contando con un grupo de correctores profesionales que analizarán tu obra al detalle antes de publicarla. Si quieres la mejor calidad, contacta con nosotros a través de nuestra web.