Presencias es, como el subtítulo indica: Antología pretérita, la recopilación de esos momentos pasados en los que me sentí suficientemente vivo, por unas circunstancias o por otras, como para no manifestarlos en unos poemas. No pretendo demostrar nada, ni ilustrar a nadie, pero me encantaría que alguien los leyese y los hiciese suyos a su manera, pues todo poema, una vez creado, deja de ser de quien lo escribió para pasar a convertirse propiedad de cualquier persona que sea capaz de sentir algo con su lectura.
Vine al mundo una tibia mañana del mes de marzo de 1957 en Castellnovo, un pequeño pueblo asomado al valle del Palancia, a pocos kilómetros del Mediterráneo. Al poco tiempo me cayó la lotería de uno de esos virus ya controlados y que algunos negacionistas se empeñan en despertar, la poliomielitis. Así que tuve que renunciar a mi sueño infantil de ser futbolista y me obligué a convertirme en astronauta, por lo fácil que parece moverse en el vacío. Estudié Filología Hispánica, mientras dispensaba revistas, material escolar, libros y otras chucherías en el negocio familiar, porque para escribir me sobraba imaginación, pero me faltaba técnica. Al final la primera se fue menguando mientras ganaba terreno la segunda. Y de este equilibrio han ido surgiendo algunos relatos, unas pocas piezas teatrales y, sobre todo, muchos versos sueltos que se buscan entre sí para formar poemas. En conclusión, a lo único que aspiro es a seguir aprendiendo mientras pueda.
Cuando decidimos expresarnos comunicando nuestro conocimiento, de la mano de la palabra escrita, estamos dando paso a una nueva forma de vida o a una nueva manera interpretar un determinado hecho. Publicar un libro, en cierto modo, nos hace inmortales. Nuestras palabras sobrevivirán a nuestro tiempo en esta tierra. Tu libro, mientras exista, estará ahí para recordarte. Y tú siempre estarás vinculado a él de forma eterna. Porque amas a la literatura y porque la literatura te ama a ti, lo que quieras decir, hazlo saber con un libro.