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3 errores frecuentes en la escritura de una novela. Aquella mañana

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3 errores frecuentes en la escritura de una novela. Aquella mañana, Pedro se sentía equilibrado, optimista, seguro de sí mismo. Aquella mañana, Pedro cerró su casa con un portazo, sin preocuparse de echar la llave, y bajó las escaleras bailando claqué.<br

Cacofonías.

Son sonidos repetidos que maltratan los oídos. Para remediar estos sonsonetes, basta releer el texto en VOZ ALTA y buscar sinónimos a las palabras con un mismo final.

Uso del Gerundio.

Hay que prestar atención especial al uso del gerundio ya que, empleado con exceso, produce un ritmo pesado y lento.

No es correcto el uso del gerundio de posterioridad, es decir, aquel que indica una acción posterior a la del verbo principal. “El profesor salió de la clase encontrándose al director.”

Es también incorrecto el uso del gerundio cuando acompaña al complemento directo de cosas, e indica acción o cambio: “Observé un balón girando velozmente?

Tampoco es correcto el uso del gerundio con nombres en función de complemento indirecto o circunstancial: “Compré flores a mi madre celebrando su santo”.

El gerundio tampoco debe emplearse:
a) Como adjetivo especificativo referido a cosas:
“Este es el orden determinando la estructura”
b) Como modelo que signifique cualidad o estado.
“Ofrezco perro sabiendo cazar”

Vocabulario abstracto.

Cuando se empieza a escribir, el recurso del lenguaje abstracto es casi inevitable. Sin embargo, hay que prescindir de las grandes palabras: Verdad, Libertad, Destino… En un relato están de más. No ayudan a la comprensión de la historia, no explican el trasfondo del argumento, o no lo explican, más bien, tal como debe hacerse, en que los personajes se ven envueltos.

En este mismo sentido, conviene prescindir del vocabulario psicológico: depresión, no encontraba motivaciones, era una familia tensional… De un lado se trata de eso, de palabras más o menos técnicas que no complican la emoción del lector. De otra parte, decir de un personaje que está deprimido es un resumen demasiado pálido: qué hace ese personaje, qué piensa, qué recuerda, qué intenta olvidar… todo eso es lo que el texto debe darnos, en lugar de un diagnóstico clínico.

También es un error muy común el contar las cosas en abstracto. Por ejemplo:

—Aquella mañana, Pedro se sentía equilibrado, optimista, seguro de sí mismo—

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