La boca apestante
Esther Pérez Hernando
Este libro muestra la necesaria emoción. Según los clásicos, no hay artista que valga la pena sin emoción. Podrá darnos la visión de la vida o la expresión de la muerte, e incluso el sentido de lo infinito, pero si en sus obras no pone espíritu y no nos hace sentir y sufrir y pensar, por defecto y sereno que sea en la forma, no habrá logrado nada. No olvidemos, por ello mismo, que hay un tipo de perfección que consiste en eliminar todo lo superfluo.
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