Ingeniero industrial y no por ello mejor o peor persona que el psicólogo de arriba. Curioso impenitente, disfruta explorando nuevos territorios y quizá por ello su padre le llamaba mosca cojonera.Se declara permanentemente perplejo por el comportamiento de las personas y su capacidad de complicarse la vida, ya sea en solitario o de forma colectiva.Convencido de que la ineficiencia crece exponencialmente con el tamaño de las organizaciones y de que los problemas de comunicación están en la base de todas esas ineficiencias, es un apasionado de la formación, la divulgación y del desarrollo de las capacidades emocionales de las personas.