Ricardo López Ruiz
La vida quiso situarnos en la Ribera de Navarra, entre campos fértiles bien regados y bien trabajados. Allí nacimos en Tudela cuando el Caudillo todavía estaba en pie, allá por finales de los años 60. Allí crecimos y jugamos en nuestra infancia y adolescencia en un hermoso pueblo llamado Villafranca (también dicho la antigua Alesves). Después tuvimos ocasión de ampliar formación y horizontes. Y también de traspasar fronteras. En Filadelfia vimos que un hombre puede ser polvo o puede no ser nada. En Francia descubrimos que París siempre será la ciudad de la luz y del amor. En Argentina nos desmelenamos en el microcentro bonaerense, pues al fin y al cabo la vida no vale más allá de un tango. Entremedio también hicimos algo de Ciencia. Y así se nos fue y así gastamos parte de nuestra juventud. Ahora seguimos paseando por las orillas del Ebro y sus afluentes, entre Aragón y Navarra, encantados de poder compartir con ustedes este librito, que no es más que un pequeño trozo de mi corto caminar y un producto de mi particular visión, irónica, de la realidad, posiblemente de nuestra realidad.