Pedro Úbeda Gázquez
Nació en Madrid en 1939. Estudió el Bachillerato Superior en el Colegio de la Inmaculada de los Padres Escolapios de Getafe. Ingresó en la Escuela de Peritos Industriales de Madrid y, nada más terminar el primer año, se incorporó a la vida laboral, siempre en departamentos técnicos, simultaneando el trabajo con los cuatro años restantes de la carrera, que terminó en junio de 1962.
Ya casado y con el primero de sus cuatro hijos, en 1966 se matriculó en la Escuela Superior de Gestión Comercial y Marketing (ESIC), licenciándose en 1969 (segunda promoción).
Desde muy pequeño, su padre, que era un gran mecánico de todo lo que se moviera y tuviera motor, lo llevaba de la mano a todos los lugares donde hubiera motores o vehículos movidos por estos, ya estuvieran parados o en movimiento, como en las carreras de motos. Pero lo que más le encantaba era restaurar coches antiguos, por muy ruinosos que estuvieran. Era fascinante para el niño ver cómo despiezaba el coche, limpiaba y reparaba las partes recuperables y, cuando no era posible, las construía nuevas a base de lima, fresadora y torno. Pero lo más maravilloso era presenciar el montaje: cómo quitaba las abolladuras, emplastecía, lijaba y pintaba los coches. Y ya el colmo de las maravillas era ver las piezas cromadas y los asientos recién tapizados. Era como un milagro.
Cuando tenía nueve o diez años, comenzó a pensar que esos coches tan antiguos y maltrechos habrían tenido un dueño, o tal vez dos, y que, quién sabe, qué tipo de aventuras habrían vivido. Preguntaba a su padre, con la curiosidad propia de un niño, la marca, el país de procedencia y el año de fabricación del coche, datos que anotaba en un cuadernillo.
Desde entonces hasta la fecha en la que el autor comenzó a desarrollar la idea de la presente obra (abril de 2010), en los pocos ratos libres que tenía, iba añadiendo notas en el cuadernillo sobre el posible contenido. Jubilado a los setenta años y, con la experiencia de haber escrito dos libros técnicos sobre Ingeniería de Seguridad Contra Incendios, intentó, por primera vez, escribir algo completamente distinto, logrando así olvidarse de su larga y agitada actividad profesional.

