El nombre de Nala Cueto, pseudónimo de Juan Antonio Cadenas Cueto (Castro Urdiales, 26.02.1961), es un ejemplo de mi interés por jugar con las identidades, el sexo de los personajes y los lugares.

Durante el proceso de redacción, cambié gran parte de los acontecimientos e ideas que en principio me surgieron relacionados con alguien o un escenario concreto. A veces, sin motivo especial; otras, por una visión personal de no querer hacer diferencias entre sexos ni tampoco entre regiones.

Además, la idea de ocultar mi identidad, tal como hicieron algunas escritoras en tiempos pasados por motivos bien distintos, me resultó atractiva e incluso, ¿por qué no?, apropiada.

Esta novela representa una búsqueda interior y divertimento personales y un reto cumplido. Resume un intento de responder sin mucho éxito de nuevo a las preguntas de siempre – de dónde vengo, qué hago aquí, a dónde voy – a través de relatos de encuentros, desencuentros, diálogos tomados de conversaciones reales e insertados en las historias del libro, descripciones, cuentos y poesía – con algún guiño a otros idiomas – (y música, poco referenciada en el libro, aunque presente en todo momento en la redacción).

Finalmente, el libro colma un afán por comunicarme siendo leído.