José María Gómez de la Torre
Cuenta José María que vino al mundo en La Robla, un pueblo de la montaña de León, hace tanto tiempo que si fuera delito ya habría prescrito y que en lo que más nota su paso es en el pelo, que de rubio claro pasó a rubio oscuro y ahora a rubio platino; y que el de la coronilla, que siempre fue rebelde, ahora está dejando de darle problemas. Que estudiar, lo que se dice estudiar, lo hizo casi siempre en su cuarto. Que fue en la escuela de Alcedo donde adquirió los conocimientos fundamentales (aprendió a leer, escribir, las cuatro reglas, atisbos de geometría, a entender un mapa y a razonar) que le permitieron realizar sus estudios posteriores en Valladolid, Córdoba, León, Guadalajara, Madrid, Illinois y París. Como escritor trata de hacer ameno lo que pasa de su imaginación al papel, para lo que siempre procura poner un fondo de humor, aunque a veces sea ácido. Dice que si pudiera repetir lo vivido seguramente cambiaría algunas cosas, pero en su conjunto cree haber hecho lo que ha debido y acertado en lo que ha hecho. Y de aquello en que pueda haberse equivocado, se perdona. «Soy así de indulgente y misericordioso. Cuestión de carácter», dice con una sonrisa.