José Luis de la torre Domínguez
Vine al mundo en el año 50 del siglo pasado en Cepomundín, una pequeñísima aldea de Castroverde (Lugo). Mi primer contacto con las letras fue en la adolescencia, escribía para un tercero: letras para canciones y breves y empalagosas historietas rosa. Recibía como pago una maqueta de la canción en un disco de plástico que no aguantaba más de una docena de lecturas en mi humilde tocadiscos. Como la mayoría de los jóvenes de la época, a los veinte años emigré. En mi caso a León. Desde un principio me sentí cautivado por esa ciudad en torno a la cual gira mi vida, me siento leones y gallego al 50%. Por razones de trabajo viví en todas las ciudades de Castilla y León, Asturias y Galicia, Además de Madrid, Trípoli y Ceuta. Sin formación académica relacionada con las letras, volví a tener algún contacto con ellas a los cuarenta años, escribiendo ocasionales artículos para alguna revista, casi siempre marginal, de ámbito sectorial, local e incluso político. Es en plena madurez, a los cincuenta y tantos, cuando empiezo a escribir más en serio. Pongo palabras a los sentimientos en una abundante y embarullada prosa poética difícil de ordenar, aunque no he perdido la esperanza de hacerlo. Siempre he tenido la ilusión de publicar un libro, lo dejaba para cuando me jubilase y ahora llegó el momento. Animado por las personas más cercanas y con mucho más tiempo libre, me he decidido a publicar este pequeño libro de cuentos y espero que no sea el último. Escribir y el senderismo de alta montaña (Picos de Europa, Alpes, Pirineos, Atlas, Himalaya) son mis grandes aficiones. De esos paseos por las montañas de medio Mundo, de las conversaciones con las gentes sencillas es de donde salen las ideas para algunas historias.