Eduardo Verde Moreno (1967) creció entre una barahúnda de cuartillas mecanografiadas, compartiendo habitación con la pretérita y vociferante máquina de escribir de su padre, periodista de oficio. Amante tardío de la literatura, dicen quienes le conocieron en su infancia que eran su madre y su hermana quienes devoraban libros por él. Enamorado de Madrid, de ese Madrid moderno y del más castizo y tradicional. Rendido a sus populosas calles, a sus luminosos paisajes y muy especialmente a sus cautivadoras gentes. Descubrió entre ellas, hace más de dos décadas, su Sonata de Luz Mágica.