La intriga es un elemento muy común en el cine, y muy ansiado en la literatura. Aquí, es posiblemente, más difícil de lograr.
Anteriormente ya hablamos de la tensión o del conflicto. Ahora es el turno de la intriga, un elemento clava para hacer de tu historia un espacio atractivo.
No es necesario que tu libro sea una novela policíaca, detectivesca, o de acción. Puedes introducir elementos intrigantes en cualquier género.
Intrigar es hacer que el lector permanezca pegado a la obra porque necesita conocer el final. Para ello, debes tener claras dos cosas: tiene que haber una situación o cuestión que ha de ser resuelta, y que no hay una única manera de hacerlo.
La intriga puede llegar a tu obra a través de una narración lineal, donde paso a paso el sujeto vaya llegando a la resolución del caso.
Pero también puedes introducir pequeñas pausas en las escenas, de manera que el público tarde en conocer los resultados. Las técnicas son diversas: uso de paréntesis, aposición, etc. o inclusión de verbos ‘fuertes’ al final.
En definitiva, hay tantas técnicas como autores, lo que te permitirá adaptarte a aquel modo de trabajo que más cómo te sea. Recuerda incluir la intriga sin caer en redundancias o vulgarismos.