El escritor tiene la ingente responsabilidad de mantener la atención del lector en todo momento. El autor debe aportar el mayor número de datos posibles para que su receptor pueda reproducir, de la manera más precisa posible, la información aportada. El imaginario de un individuo necesita de los más mínimos detalles para poder generar el universo que el autor trata de manifestar.

DETALLAR MEJORA LA NARRACIÓN

El sol se escondió. Se negó a presentarse al millar de ciudadanos españoles que necesitamos de su radiación para sonreír. Sin embargo continué con paso firme. Camisa blanca, pantalones vaqueros (sin ajustar, que ya tenemos una edad) y las míticas converses altas que en tantas ocasiones me han acompañado. Bajo la penumbra que proyectaba el cielo, decidí sonreír de camino al trabajo. Sin motivo alguno, un suceso propio de los programas de Iker Jiménez. No necesitaba de un causa-efecto, siendo la causa, un suceso favorable a mi persona y el efecto, una radiante sonrisa. Por cierto, me sentaba bastante bien. Mismo camino de siempre, saludando a aquel tendero con el que guardo una relación tan entrañable, como cordial. Sin saber nada el uno del otro, rara es la mañana que no decidimos detener nuestros quehaceres para conversar un rato.

Y mientras, he captado su atención. No me he apoyado en una gran historia, sino que focalizar la narración de un suceso en sus detalles es fundamental para dar mayor riqueza a nuestra historia.

EJEMPLOS

Siempre es bueno fijarse en grandes maestros que se percataron que la diferencia entre el éxito y la mediocridad anda en los pequeños detalles. Gabriel García Márquez puede ser un referente de gran ayuda. En Cien años de soledad, el autor colombiano ofrece a todo lector una descripción detallada de personajes, lugar y el contexto en el que se desarrollan los sucesos.

Los pequeños detalles pueden ser un factor muy relevante para declinar la balanza en tu favor. Sigamos observando autores de renombre que al realizar una descripción detallada de todos los elementos que aparecen en la obra que siempre supone un plus, un salto de calidad, en la lectura. En A sangre fría, Truman Capote desmenuza al máximo el todo narrativo de la historia. El norteamericano le dio importancia al café que tomaban los personajes (independientemente del papel asignado en la novela), la temperatura del mismo, cómo cogían la taza. Aunque podamos llegar a pensar que ciertos datos carecen de valor, lo tienen. Es vital que el lector pueda recrear a la perfección lo que sucede en las páginas de tu libro. 

La descripción detallada de los más insignificante puede ofrecer una recreación pormenorizado de la atmósfera novelística. La idea es mantener muy cercada la relación entre escritor-lector, esa delgada línea de quién te lea no se sienta un extraño, o que este piense que si cierra los ojos podría ser uno de los personajes de tu libro.