En esta obra denuncio las injusticias que comete el hombre con los animales, que son una debilidad de mi conciencia.
Están inspirados en los acontecimientos del día a día viendo y observando los acontecimientos del país; así voy narrando allí dónde se produce la noticia que veo, cómo algunos de nuestros políticos defraudan a la población que con tanta ilusión fueron a las urnas.
También me baso en mi defensa por el patrimonio de las ciudades arquitectónicas y su antigüedad, resaltando su belleza en recuerdo de nuestros antepasados, que tantas veces se ve espoleada por la mano del hombre sin conciencia y sediento de riqueza sin importarle la destrucción de un patrimonio que sólo le pertenece a la humanidad.
Todo esto lo denuncio y voy enlazándolo con los recuerdos de mi juventud, amigos y familia.
Francisco Ruiz hidalgo, nacido en el Valle de Abdalajís, provincia de Málaga. Un pueblo blanco a los pies de una sierra hermosa de piedra de granito donde los buitres baldonados anidan en sus grandes desfiladeros y cruzan el cielo planeando por encima del pueblo y dándole belleza y un encanto natural a la sierra. Con su ermita blanca en medio de la montaña, donde mora el Cristo de la sierra entre acebuches y palmas que tanto apreciamos los ballesteros por su historia. Allí me crie corriendo por sus calles empedradas y jugando al pilla pilla y al corro de la patata; un niño feliz e inquieto que corría por aquella sierra y subía por las tardes a la ermita para tocar la campana y resbalarme en una piedra que había al lado de la ermita. Unos bellos recuerdos de la niñez de los que no me puedo olvidar porque forman parte de mí.