Una joven mujer, no puede olvidar durante su atareada vida, el dolor que le produjo el que su hijo le fuera arrebatado nada más nacer. Sus padres autores del hecho, le dijeron que aquel hijo era, solo la mancha del pecado. Ella sigue su vida, viviendo una vida llena de amor, hacia los que se cruzan en su vida, pero en su corazón siempre pretende encontrar al hijo perdido.
Inma Ferrer-Vidal, nació en Barcelona. De pequeña, ya escribía cuentos en el colegio y varias veces fue premiada por sus trabajos. Ya en la adolescencia empezó a trabajar, en una papelería. Su trabajo consistía en la Contabilidad del negocio, cosa que a ella no le gustó nada. Para ella, la literatura era su obsesión. Después de trabajar en aquella pequeña empresa, durante 5 años, contrajo matrimonio y su vida cambió radicalmente. Pasados los años enviudó y al sentirse sola, ya que sus hijos volaron del hogar, comenzó a escribir. Ella no tuvo nunca intención de ser una escritora conocida. Pero empezó a publicar y para ella empezó una nueva vida.
Cuando decidimos expresarnos comunicando nuestro conocimiento, de la mano de la palabra escrita, estamos dando paso a una nueva forma de vida o a una nueva manera interpretar un determinado hecho. Publicar un libro, en cierto modo, nos hace inmortales. Nuestras palabras sobrevivirán a nuestro tiempo en esta tierra. Tu libro, mientras exista, estará ahí para recordarte. Y tú siempre estarás vinculado a él de forma eterna. Porque amas a la literatura y porque la literatura te ama a ti, lo que quieras decir, hazlo saber con un libro.