Imagina que un día te levantas y, de repente, te has convertido en un anciano. Imagina que ese mismo día acuden a tu mente recuerdos difusos de situaciones que habías olvidado y personajes que fueron épicos en tu existencia. Momentos que creíste irrelevantes y que ahora, en la maraña irreal que crean los recuerdos, se declaran como decisivos. Imagina que tu esposa, en un proceso lento e inverso al tuyo, rejuvenece cada minuto más, encaminándose irreversiblemente hacia su adolescencia, su infancia y su posterior desintegración en la nada. Imagina que detrás de todo eso, hay una mano que te empuja hacia un destino irresoluble, hacia un viaje inédito cuya estación final desconoces.
La Maraña del Tiempo narra la historia de Arcadio quien, junto a su esposa Clara, sufre un extraño -nunca mejor dicho kafkiano- proceso vital que [Ver más...]
Antonio González Ruiz nació en Córdoba, en la popular plaza de la Corredera donde, desde su primera infancia, gustaba de observar a las gentes y sus maneras. Enamorado de las calles y sus revueltas, se educó -tanto para el cariño como para el rechazo- impregnado por la educación que recibió en la Universidad Laboral de Córdoba de los monjes dominicos. Allí forjó la mayor parte de su semblante de perfiles árabes y romanos. Su madurez la ha pasado itinerante entre olivos y serranías de Andalucía, serenos y baldíos campos de Castilla, húmedos verdes de Galicia y guiris en Mallorca, donde reside en la actualidad. De profesión médico, doctor en medicina, especializado en dermatología, se encuentra sumergido en el estudio de las claves superficiales del profundo enfermar. La medicina interna- mediante la búsqueda de signos en la superficialidad de la piel -medicina externa-. En los momentos de quietud -que nunca considera suficientes- escribe, tratando que su pluma sea guiada por un original pensamiento. Desde joven, ha acudido a las letras intentando que estas sean la nítida expresión de un baño interior repleto de confusas veladuras, aunque continúa a la escucha de cualquier paradigma, dejando atrás y para otros estar al acecho, que considera una cobardía vital.
Cuando decidimos expresarnos comunicando nuestro conocimiento, de la mano de la palabra escrita, estamos dando paso a una nueva forma de vida o a una nueva manera interpretar un determinado hecho. Publicar un libro, en cierto modo, nos hace inmortales. Nuestras palabras sobrevivirán a nuestro tiempo en esta tierra. Tu libro, mientras exista, estará ahí para recordarte. Y tú siempre estarás vinculado a él de forma eterna. Porque amas a la literatura y porque la literatura te ama a ti, lo que quieras decir, hazlo saber con un libro.