Retirado a la vida campesina en Olleros, un pueblo de la montaña leonesa, tras abandonar su trabajo de abogado, José María se encuentra de repente con el fantasma de don Manuel, el párroco que conoció en su niñez y adolescencia y que, ya viejo, se había suicidado tirándose a un pozo. A partir de este momento, la relación entre el ánima y el ser vivo se irá haciendo cada vez más estrecha e irá componiendo los quince capítulos de la novela.
El fantasma del párroco don Manuel le irá contando a José María los incidentes de una larga caminata que, en compañía de otras ánimas ha realizado desde el berciano Santiago de Peñalba hasta Santiago de Compostela, Fisterra y otras partes del occidente gallego, para acabar convirtiéndose en una especie de Santa Compaña, procesión espectral que en León y Asturias recibe el nomb [Ver más...]
Cuenta José María que vino al mundo en La Robla, un pueblo de la montaña de León, hace tanto tiempo que si fuera delito ya habría prescrito y que en lo que más nota su paso es en el pelo, que de rubio claro pasó a rubio oscuro y ahora a rubio platino; y que el de la coronilla, que siempre fue rebelde, ahora está dejando de darle problemas. Que estudiar, lo que se dice estudiar, lo hizo casi siempre en su cuarto. Que fue en la escuela de Alcedo donde adquirió los conocimientos fundamentales (aprendió a leer, escribir, las cuatro reglas, atisbos de geometría, a entender un mapa y a razonar) que le permitieron realizar sus estudios posteriores en Valladolid, Córdoba, León, Guadalajara, Madrid, Illinois y París. Como escritor trata de hacer ameno lo que pasa de su imaginación al papel, para lo que siempre procura poner un fondo de humor, aunque a veces sea ácido. Dice que si pudiera repetir lo vivido seguramente cambiaría algunas cosas, pero en su conjunto cree haber hecho lo que ha debido y acertado en lo que ha hecho. Y de aquello en que pueda haberse equivocado, se perdona. «Soy así de indulgente y misericordioso. Cuestión de carácter», dice con una sonrisa.
Cuando decidimos expresarnos comunicando nuestro conocimiento, de la mano de la palabra escrita, estamos dando paso a una nueva forma de vida o a una nueva manera interpretar un determinado hecho. Publicar un libro, en cierto modo, nos hace inmortales. Nuestras palabras sobrevivirán a nuestro tiempo en esta tierra. Tu libro, mientras exista, estará ahí para recordarte. Y tú siempre estarás vinculado a él de forma eterna. Porque amas a la literatura y porque la literatura te ama a ti, lo que quieras decir, hazlo saber con un libro.