En nuestras vidas somos al mismo tiempo dueños y esclavos. Complejo difícil de conjugar. Bajo esa dualidad y, sin querer, uno siempre pretende mejorar recordando. Parece que te encuentras aliviado porque se intenta adornar y enriquecer lo recordado. Hubo momentos de mi niñez en que tenía esperanzas y sueños. Pero te llevas pequeños chascos. Ahora ya nada me asombra. Hay recuerdos lejanos que nos provocan a veces sorpresa y, otras, desolación. Con esos recuerdos parcheados vamos rellenando el crucigrama de nuestros días. Y de repente llegamos al punto en que todo está resuelto. Nos queda por completar muy poco, dos o tres de las últimas casillas. Ahí ya no sabemos qué poner. Nos falta el sentido de la frase y tenemos que ayudarnos de un interrogante. Interrogante que nos mantiene indefensos y prietos sin más esperanza que la prop [Ver más...]
El campo literario de Pedro Luis Pérez estaba reducido a relatos cortos y algún cuento publicados en revistas de divulgación como Peregrino o Mayores XXI (La calidad de vida, ¿Por qué viven más las mujeres que los hombres?, El insomnio en los mayores, Carta de un peregrino atípico, Los espíritus del camino, etc.,) A finales del 2011 publicó su primera novela El purgatorio del demonio dulce, muy bien acogida y con una segunda edición en 2012.
Animado por esa circunstancia, el autor, intenta sorprender con su segunda novela EL RASTRO DE LA CENIZA. Un relato donde pretende, a través de su protagonista, llevar a cabo una reflexión seria, y en ocasiones desgarrada, de la forma con que el azar, el destino o la fatalidad pueden matizar toda una vida. A pesar de la inteligencia natural del personaje, sus propios errores lo convierten en un antihéroe de la epopeya urbana que le abocan a transitar por mundos marginales de miseria e incultura. La enorme carga emocional y el sentimiento de culpa que durante todo el relato atenaza al personaje, anula sus razones y no le dan más resquicio que el amparo en los viejos recuerdos.
Cuando decidimos expresarnos comunicando nuestro conocimiento, de la mano de la palabra escrita, estamos dando paso a una nueva forma de vida o a una nueva manera interpretar un determinado hecho. Publicar un libro, en cierto modo, nos hace inmortales. Nuestras palabras sobrevivirán a nuestro tiempo en esta tierra. Tu libro, mientras exista, estará ahí para recordarte. Y tú siempre estarás vinculado a él de forma eterna. Porque amas a la literatura y porque la literatura te ama a ti, lo que quieras decir, hazlo saber con un libro.