Andrés Linares de la Bastida
Es una persona simple y compleja. Es un ser humano y divino. Es un ser que se comparte y encuentra momentos para sí mismo. Es un ser que, si tienes la ocasión de conocerlo, entra en tu vida para acompañarte, para mostrarte tus sombras y tus luces, si estás dispuesto a ello.
Por eso, depende del momento en que Andrés entre en tu vida, puedes sentir rechazo o alegría. Porque Andrés es Verdad. Andrés es Luz. Como una linterna que enfoca aquello que tiene que ser visto, aquello que te hará brillar. Es como esa vela que está encendida y quiere encender la tuya, o hacerla más viva.
Por eso, cuando Andrés se cruza en tu camino, puedes sentir rechazo porque no quieres ver esa verdad, o no quieres vivirla, no quieres trabajarla. Sus palabras no te llegan: te duelen. O, todo lo contrario, llega en un momento en que estás abierto a escuchar lo que tiene que decirte, y te hace bien, te nutre, te sana, te hace brillar por dentro, te limpia y te pule.
Y… es eso: todo y nada. Todo y nada. Un ser completo y, a veces, vacío. Una persona iluminada en un mundo mundano que ha vivido lo que tenía que vivir hasta este momento y, con ese aprendizaje sobre sí mismo, sobre sus miedos, sus oscuridades, sus propias sombras, encuentra las herramientas para ayudar al mundo, para ayudar a los demás. A aquellos que empiezan el camino que él empezó hace tiempo.
Ese es Andrés Linares de la Bastida. Alumno y maestro de la vida.
Una persona sencilla y compleja a la vez.
Humana y divina.
¡Ese eres!
Sí, ese eres, ¡Andrés!

