Un elemento infalible para crear un final intrigante: el dato escondido

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Un elemento infalible para crear un final intrigante: el dato escondido

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Por lo general, son dos cuestiones principales las que generan un gran pánico entre los escritores. El primero llega a la hora de comenzar a escribir tu obra. ¿Cómo comienzo con su desarrollo? Y, en segundo lugar, el momento culmen de todo escritor llega cuando termina el proceso de redacción, uno de los momentos más amados y temidos a partes iguales. ¿Será un buen final para la historia? ¿Lo estaré dejando todo bien atado? El autor debe crear un inicio de gran atractivo para poder captar la atención del lector, mientras que el final puede ser de los elementos más memorables para el lector empedernido. ¿Cómo podemos hacerlo bien? 
Desde Punto Rojo libros te presentamos hoy un elemento a tener presente para hacer que tu libro mantenga esta intriga que cautiva a los lectores más consagrados: el dato escondido.

Introducción al método

Existen muchas técnicas para lo narrado en el mar atractivo para quien inicie, continúe y llegue al final de la lectura, quedando así totalmente satisfecho. Cada escritor busca su propio sorprendente final, con un giro dramático memorable, que pueda embelesar la mente de todo lector. El dato escondido es un elemento muy accesible que genera una incertidumbre en el lector, obligando a no cesar en la lectura hasta descubrir un final que recuerde tras cerrar las páginas del libro. Esta sensación indescriptible de no querer separarse de una obra y experimentar el vacío que llega tras terminar una historia es, sin duda, una de las sensaciones más satisfactorias entre lector y escritor.
¿Qué es, por tanto, el dato escondido? ¿Cómo debemos utilizarlo?

El dato escondido

Ernest Hemingway en sus comienzos literarios, comenzó a suprimir u ocultar el hecho principal: que su protagonista se ahorcaba. De este modo, descubrimos un recurso narrativo que utilizará con frecuencia en futuros cuentos y novelas. De este modo, el autor conseguía que el lector se esforzase, llenando así también espacios en blanco propuestos por el autor con sus propias hipótesis y conjeturas. Esta es la esencia de lo que los escritores conocen como El dato escondido.
Sin embargo, narrar por omisión no puede ser compatible de manera abusiva. Este silencio por parte del narrador debe tener un significado y un sentido palpable, ejercer una influencia inequívoca sobre esta parte omitida de la historia, activar así la curiosidad y la creatividad del lector, motivar a seguir para poder descubrir si estaba en lo cierto o no.

Encontramos dos subtécnicas para poner en práctica este método: hablamos del dato escondido elíptico (cuando se omite por completo en la historia) y el hipérbaton (cuando el dato se suprime provisionalmente para así crear una retrospección en la historia). Tu eliges cual quieres poner en práctica, pero cuidado: debe ser completamente compatible con tu modelo de historia, así como afín al género en el que se ubique.

Historia del dato escondido

Siempre es más cómodo -y fácil- para comprender un concepto ejemplificarlo. Por eso, nos detendremos en dos cuentos brillantes que usamos el elemento del dato escondido.

En primer lugar, les traemos el cuento Casa tomada de Julio Cortázar. El autor argentino narra en este cuento la historia de dos hermanos que habitan en el hogar que siempre han vivido, ellos y sus predecesores, hasta que la narración se ve perturbada de una serie de eventos extraños. En el final, Cortázar jamás desvela, explícitamente, esta incógnita creada en el lector, dejando así un final inconcluso que genera desconcierto en quien lo lee.

En segundo lugar, hablamos de El almohadón de plumas de Horacio Quiroga. El uruguayo nos cuenta la grave enfermedad de una mujer, Alicia, tras volver de su luna de miel. La mujer, tras recibir las múltiples visitas de los médicos, no pudo ser diagnosticada ni pudo sofocar los machos de la protagonista. A medida que avanza la narración, Alicia empeora hasta que, en el final, la mujer fallece. Hasta este momento Quiroga no decide desvelar qué le ocurrió a la mujer o cual era la causa, evitando así al espectador sin saber muy bien qué va a evitar o quién podría salvarla. En este fragmento desvela un dato clave para poder desarrollar la explicación de por qué la protagonista no consigue salvarse, aunque el espectador no lo percibe hasta llegar al final de la historia.

"Alicia fue extinguiéndose en su delirio de anemia, agravado de tarde, pero que remitía siempre en las primeras horas. Durante el día no avanza su enfermedad, pero cada mañana amanecía lívida, en síncope casi. Vida en nuevas alas de sangre. Siempre siempre al despertar la sensación de estar desplegado en la cama con un millón de kilos encima. Desde el tercer día este hundimiento no la abandonó más. Apenas podía mover la cabeza. No quiso que le tocaran la cama, aún más que los arreglaran el almohadón . Sus terrores crepusculares avanzaron en forma de monstruos que se arrastraban hasta la cama y trepaban difícilmente por la colcha" (Horacio Quiroga, 1917).

 

Como hemos detectado, esta técnica produce una sensación de misterio y expectativa que lleva más allá de la novela, obligando así a la interacción entre lector y autor. Es primero quien debe ahondar en la información que el segundo le oculta, sacando así sus propias conclusiones hasta llegar al final de la historia, donde el segundo puede revelar la información. La utilización de este elemento literario es una forma de conservar la expectativa del lector, esa incógnita generada supondrá un interés que el complejo es de obtener a la hora de contar historias. 
¿Te atreves a ponerlo en práctica? Recuerda que en la literatura ¡nada es imposible! 

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