Natalia González González
Mi nombre es Natalia González, me empezaron a conocer en el año 2019 en las Islas Canarias como ‘mamá de Ale’, mi hijo falleció en un accidente en el mar el 5 de octubre del 2019 y desde entonces mi vida se ha convertido en un pulso constante con las administraciones públicas para que mejore, al menos en nuestro archipiélago, la seguridad en las costas.
El único “fármaco” que aliviaba y sigue aliviando mi dolor es escribir. Le empecé a escribir a mi hijo, ya lo hacía antes pero no desde el dolor, cada día desde su fallecimiento. Luego di un paso al frente y empecé a narrar la historia de nuestra vida en pequeños posts que difundía en mis redes sociales y empezó a sumarse usuarios de la red a mi causa. El siguiente paso fue a toro una petición de firmas para solicitar en el Congreso de los Diputados un puesto de Salvamento Marítimo permanente para la zona donde ocurrió el accidente. Así, pasito a pasito, la profesional en gestión de comunidades online que era se convirtió en, según dicen, la madre coraje que sabe llegar con sus textos al corazón.
La comunidad digital que creamos entre todos nos denominábamos ejército, haciendo honor a la profesión de Ale. Y además pusimos nombre a la campaña “Súbete al Barco”, y así, bajo los hashtags #notetocabaati #Alebarcodepapel fuimos avanzando hasta plantarnos con una parlamentaria poniéndonos voz en el Congreso de los Diputados que narró perfectamente lo que le ocurrió a mi hijo y consiguió que por unanimidad se aprobaran una proposición no de ley para que se cubran las carencias que causaron tanto dolor y que nos hizo perder a Ale de una forma tan dramática.
Si tuviese que presumir de mis logros como copywriter estaría incumpliendo el secreto profesional, por lo que dejémoslo en que me apasiona narrar en primera persona historias, y además de apasionarme son antídotos magistrales para los dolorcitos en el alma.
Ya le narraba historias cuando era pequeña a las hormigas que subían por el tronco del almendro que me acompañó durante la infancia mientras mis padres cultivaban. Y todavía recuerdo como las interrumpía mi padre cuando llevaba horas escuchándome hablé sin parar a la nada mis ocurrencias. Más adelante lo hacía en papel y así hasta que las profesionalicé para que mi pasión se convirtiera en una herramienta de trabajo.
Cuando publico no pretendo encantar, simplemente deseo llegar a tus emociones.