Abrir la historia requiere un tiempo de búsqueda y elección, para acertar no solo con las palabras sino también con el modo o la temática.
Presentamos aquí una selección de posibles ideas con las que empezar:
1.Una historia. Da igual si es personal o de terceros. Una historia, una narración breve que introduzca al lector en lo que está por venir.
2. Un estudio o experiencia compartida. Hacer sentir al lector parte de un todo ayudará a que se sienta cobijado en tu obra.
3. Preguntas. Pueden presentarse a modo batería de preguntas, o como un cuestionario con respuestas alternativas.
4. Intriga, suspense. Presentar unos hechos más o menos intrigantes, pero que, en el momento final, sufren un giro, un cambio.
5. Humor. El humor es una manera de acceder al público. Úsalo con cautela para no incurrir en ofensas.
6. Situación hipotética. Invitar a imaginar una situación o presentar un ejemplo.
7. Complicidad. Compartir espacio, tiempo, o situación con el lector.
8. Extravagancia o paradoja. El lector sentirá curiosidad por conocer los motivos o la resolución del caso.
9. Alerta. Empezar con una afirmación que ‘asuste’ a los lectores.
10. Redundancia o acertijos. Comienzo que haga al lector preguntarse ante qué está, de manera original y divertida.
11. Datos o hallazgos. Información útil que permita al lector dar respuestas a sus preguntas personales.
En definitiva, para comenzar bien tu libro lo primero que debes hacer es seleccionar la manera en que quieres hacerlo. Y a partir de ahí, ir construyendo los detalles.